Estamos viendo una pandemia por coronavirus, pero no es la única. De hecho, hay dos otras grandes pandemias, presentes desde hace años: el estrés y la obesidad (además están relacionadas). Por las que no se están tomando muchas medidas necesarias de salud pública. En este articulo os hablaremos del estrés.
¿A qué llamamos estrés?
El estrés es un mecanismo de defensa que durante siglos nos ha salvado la vida. Es la respuesta fisiológica que tiene el cuerpo para ponerse en alerta y poner todo el cuerpo a punto para huir de lo que nos ponen en peligro. Esta respuesta se ha heredado a lo largo de la evolución humana porque nos protege y por lo tanto nos permite sobrevivir.
Este mecanismo de huida activa el sistema simpático, que es el encargado de producir adrenalina y la hormona del estrés: el cortisol. Esto permite al cuerpo poner en marcha todos los mecanismos para “salir corriendo”:
- Acelera el corazón para bombear sangre más rápido.
- Se mejora la irrigación de los músculos y su contracción: correr más.
- Abre la vía aérea para respirar más y mejor.
- Se ponen en “pausa” todo lo que no es necesario.
Todo este mecanismo es altamente eficaz para la supervivencia de la especie, por lo tanto, se ha mantenido y heredado como “gen de supervivencia” útil y eficaz para no extinguirnos.
¿Por qué entonces decimos que el estrés nos hace daño?
¿No se supone que el estrés nos protege? Pues bien. La respuesta de activación de huida es fisiológica (saludable) si se activa de manera puntual. Se activa, es eficaz, huyes, se desactiva. Ejemplo práctico: te persigue un león, activas sistema simpático, corres lo más rápido posible hasta encontrar un sitio donde estés a salvo, paras, respiras, y te relajas.
¿Cuál es el problema actual? Que la activamos sin cesar. Estamos todo el día en estado de alarma, con la consecuente respuesta de huida activada, sin desactivarla. Sentimos amenaza continuamente y el sistema de huida lo tenemos activado todo el tiempo. Lo que fisiológicamente debería una cascada puntual de catecolaminas (adrenalina) y cortisol se mantienen elevados todo el tiempo. Y eso tiene un precio metabólico. Ejemplo práctico: estamos todo el día siendo perseguidos por leones y eso es, evidentemente, agotador.
El cortisol está implicado en muchos procesos metabólicos, y si se mantiene activado más de lo necesario nuestro cuerpo sentirá sus consecuencias: alteración del metabolismo del azúcar y grasas, hipertensión, bajada respuesta inmune, etc.
El manejo del estrés es, por lo tanto, un factor clave para mejorar de base nuestro estado de salud.
¿Te ha gustado el artículo? ¡Cuéntanos tu opinión más abajo y no te olvides de seguirnos en Instagram y Facebook!